sábado, 3 de enero de 2015

El trabajo de estas navidades

Marquesita de la Cascada
Blanquita fue una de las primeras hembras que castramos gracias al acuerdo con la CAM. Cuando volvió al parque lo hizo con un collar nuevo (en realidad es un desparasitador) y una placa identificativa. Con todos esos "adornos" ya era una gata censada y protegida por la Comunidad de Madrid y se la veía muy ufana paseando por su territorio toda chula.

Justo antes de Navidad, una noticia preocupante se adelantó a Papa Noel y a su troupe de renos. Nuestra cuidadora de los domingos, Pilar, estaba terminando de hacer su ronda cuando se le acercó Blanquita de la Cascada chillando como una posesa.

Lo cierto es que a pesar de que el collar es una medida necesaria de control, a nosotros no nos gusta que se los pongan. Viviendo en el parque se pueden enganchar con cualquier rama o hacerse heridas de difícil curación al estar el collar continuamente rozando la zona e inflamándola más. 

 Nuestra Blanca ya era una gata tímida a la que no podías acercarte, no era (ni es) arisca ni huraña, pero desde que ha vuelto de su "viaje" para operarse se muestra  desconfiada y no se acerca a comer hasta que te vas.

La experiencia nos ha demostrado que cuando un animal cae una vez en una jaula trampa, conseguir que vuelva a entrar es prácticamente imposible. Por muy rápido que hayas gestionado el problema la primera vez, el trauma de estar encerrado, que te manoseen otras personas y te dejen su olor, estar en sitios que no conoces con ruidos y aromas extraños, además de pasar por un tratamiento médico, hace que cuando los animales retornan a su hábitat natural lo hagan con desconfianza. 

Blanquita con la herida curada
Con todos esos inconvenientes nos encontramos cuando Pilar dio el aviso de que Blanquita tenía una herida en el cuello probablemente provocada por el collar antiparasitario y no dejaba de chillar del dolor que le producía.

Ya desde el mismo lunes se desplazó un equipo de dos personas con una jaula trampa hasta la Cascada para poder cazarla. Se avisó al veterinario y se puso en marcha todo el dispositivo de "caza y salvamento". Pasaban las horas y la gata no aparecía. Se fue la mañana, llegó la tarde...

Derrotados, los dos cuidadores dejaron un bol con comida húmeda y antibiótico mezclado con la esperanza de que ella apareciera y se lo comiera. Al día siguiente volvieron. Y al otro... y así hemos estado una semana, sin saber si Blanca estaba bien o mal, si se estaría tomando la medicación que le poníamos o se la tomaba algún compañero de camada... quizá si estaba tirada en algún barranco y nos necesitaba...

Habíamos ido alternando los horarios de búsqueda, desde bien temprano por la mañana hasta caer la noche, para coincidir con ella... pero nada. Todo parecía imposible... nuestros esfuerzos eran vanos... hasta que, cinco días después, ya desesperados y sin apenas esperanzas, uno de nuestros compañeros que fue a dejarle la medicación tuvo la suerte de verla.

Blanca no se acercó a menos de tres menos, escondida entre unos matojos, pero con los ojillos bien abiertos sin quitarle la vista de encima al cuidador. Y el cuidador, muy quieto, casi hierático, con ganas de saltar de alegría por haberla visto (y verla bien). Tuvo tiempo más que de sobra para observarla bien y poderla hacer alguna fotografía.

La herida había ido curando perfectamente. No estaba infectada ni inflamada y parecía cerrada presentando un aspecto sano y limpio. Además, Blanca no se quejaba ni maullaba desconsoladamente. Al alejarse el cuidador de la zona de los comederos, ella se acercaba a comer la comida húmeda con el antibiótico aunque huía si el cuidador se acercaba demasiado.

¡Estamos muy contentos!, hemos conseguido curar a Blanca sin tener que llevarla al vete y hacerla pasar por otro trauma.

Cuando se trata de heridas limpias, este tipo de actuación suele ser el preferido por nuestra asociación, especialmente si es imposible que el animal entre en la jaula trampa.

Recordarme que tengo que contaros la historia de Nuco, con él sí que nos asustamos, ¡qué inflamación! ¡Madre mía! Ah, y la de Mika... pero esas son otras historias y, como decía Michael Ende en La historia interminable, serán contadas en otra ocasión...

Por hoy podemos decir, "colorín, colorado, este cuento se ha acabado" ¡y todo ha salido bien! :))))

3 comentarios:

  1. Pobre!!! Menos mal que ya está bien :)))

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  2. Felicidades a todo el equipo por su colaboración y ayuda!!!

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  3. Sí, muchas gracias a todos. Sin un equipo unido sería imposible sacar adelante a todos los gatillos del parque

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